¡SIEMPRE LLORAR!
SONETO
Al influjo
cruel de mi destino
Cruzando voy
la senda de la vida,
Perdido ya mi
amor, mi paz perdida,
Riego con
llanto mi infeliz camino.
¿Qué importa
que del astro matutino
Bañe la luz mi
frente enardecida;
Si ha de
encontrar con llanto humedecida
Mi triste faz
el astro vespertino?
¡Siempre
llorar, sin que mi Elisa amante
Enjugue ahora
con su amor mi lloro!
¡Siempre
llorar, la dicha de un instante
Y mí perdido
amor y mi tesoro!
¡Siempre
llorar! Pero tenerte delante
La imagen,
¡Ay! De la mujer que adoro.
México 1852
RECUERDOS Y
ESPERANZAS
Como rayo que
el sol ardiente y puro
Tras negra
tempestad al mundo lanza,
Así viene un
destello de esperanza
A iluminar mi
porvenir oscuro.
Tranquila
cruza por la mente mía,
Cual otro
tiempo, una ilusión de amores;
¡Bella
ilusión, tú aliviaste los dolores
Del corazón
que de dolor gemía!
No te apartes
de mí, no, no, detente,
Ven adornada
de divinas galas,
Y cubre amante
con tus blancas alas
Las huellas
que el pesar deja en mi frente.
¡Bellísima
ilusión! ¡Nuncio divino
De soñados
placeres y ventura!
¿Eres en mis
momentos de amargura
Precursora
feliz de mi destino?
¿Es que
escuchado mi gente doliente
Quieres calmar
la pena a que me entrego?
¿O es mi
ilusión cual la ilusión del ciego
Que sueña con
el sol resplandeciente?
¿Por qué se
abre mi pecho a la esperanza?
¿Por qué ahora
late el corazón violento
Yen alas del
amor el pensamiento
De una ilusión
a otra ilusión se lanza?...
¡Y yo dudaba
del amor un día!
Cuando en mis
negras horas de tristura
A mi Elisa, a
mi bien, llamé perjura,
Era el dolor
el que mentir me hacía.
¡Ah, mi Elisa,
perdón! Si en el instante
Que perjura mi
labio te llamaba,
En tu faz una
lágrima rodaba
Por la memoria
del que fue tú amante.
Si el dolor
cual a mi te arranco impío
Del tierno
corazón un ¡Ay! Doliente,
Piensa que a
unirse fueron tristemente
Tu hondo
suspiro y el suspiro mío.
Si
prorrumpiste en lánguida querella
También mis
quejas dirigí yo al cielo,
Mi frente está
marchita por el duelo,
¿No ves
pintado el sufrimiento en ella?
¿No ves cuál
surca mi mejilla el llanto
Al recordar la
dicha que no existe?
¿No escuchas
resonar doliente y triste
De tu poeta
desgraciado, el canto?
¿Y lloras tú
también? ¿Tu faz divina
Inclinas hacia
el suelo dolorosa,
Como al
brillar la estrella vespertina
Se inclina
triste la marcha rosa?
¡Elisa!
¡Elisa!, ¿Me amas todavía?
¿Dudas acaso
de mi amor profundo?
¿No sabes
ángel bello que en el mundo
Eres tú la
ilusión del alma mía?
Si guardas,
adorada, allá en tu seno
Una memoria
fiel de mis autores,
Calma, mi
Elisa calma los dolores
Que sufre el
corazón de angustia lleno.
Yo te amo aún
por qué grabado en mi alma
Está el
recuerdo de felices días,
En que a mi
lado con placer veías
Nuestras horas
de amor pasar en calma.
Y reclinado en
tu rezago blando,
Ajeno el corazón
al sufrimiento,
Al recorrer la
luna el firmamento
Trovas de amor
nos encontró cantando.
Con tu
flotante cabellera de oro
El céfiro
jugaba, ídolo mío,
Y humedecían
las gotas de rocío
Mi faz que
luego la inundara el lloro.
¿No recuerdas,
Elisa, esos instantes?
Amor las aves
al cantar decían,
Y amor, amor,
a un tiempo repetían
Las aguas de
arroyo murmurantes.
De su cáliz la
rosa purpurina,
Derramaba, mí
bien, su dulce aroma,
Y la inocente
y cándida paloma
Cantaba amor
sobre la vieja encina.
Pero todo
pasó; la mente inquieta
Aquellos tiempos
los recuerda triste,
Y al pensar en
la dicha que no existe
Llanto derrama
tu infeliz poeta.
¿Es vivir
separados nuestra suerte?
¿No seguiremos
juntos un camino?
¿Si aquí, mi
bien, nos separó el destino
Nos unirán los
lazos de la muerte?
¿Al dejar
nuestras almas este suelo
Confundirán su
espiritual esencia,
Y del querub
tendremos la existencia
Allá ante el
trono del señor del cielo?
¿Allá, mi
bien, donde viven los querubes
Se juntarán
dos almas que se amaron?
¿Los que a la
influencia de un dolor lloraron
Un mismo trono
ocuparán de nubes?
Si nunca en tu
dolor me has olvidado,
Si lloras
porque infiel me hayas creído,
Tal vez al
escuchar mi hondo gemido
Tu corazón de
amor ha palpitado.
No calles, no,
cuando en amor te inflamas,
Di que no fue
mi dicha transitoria,
Di que aún
conservas de mi amor memoria,
Dime, mi
amada, por piedad, que me amas.
Pero ¡Ay! En vano
mi clamor se eleva,
Ya no lo
escucha con amor mi Elisa,
Sólo en sus
alas la furtiva brisa
Por el espacio
azul mis quejas llevan.
Y en la región
se pierden de la luna
Como el gemir
de un cisne lastimero,
Que herido
entona su cantar postrero
Y expira
abandonado en su laguna.
¿Y mi bella
ilusión dónde está ahora?
A mí vista la
oculta velo oscuro,
Se extingue el
rayo de esperanza puro
Y el corazón
en su tormento llora.
La realidad
con mano descarnada
El camino me
marca de la fosa,
Y “no esperes,
me dice, que la sola
Se riegue con
el llanto de la amada”.
Ilusiones y
amor, dicha, esperanza,
Mentira y humo
para mi alma fueron,
Fugaces para
mí desaparecieron
Y hoy ni
piedad mi desventura alcanza.
Brilló un momento
mi ilusión de nuevo
Y pasando
halagó mi fantasía;
¡Bella ilusión
de nuevo te creía
Y aún a
llamarte en mi dolor me atrevo!
¡No te apartes
de mí! ¡No, no, detente!
Ven adornada
de divinas galas,
Y cubre amante
con tus blancas alas
Las huellas
que el pesar deja en mi frente.
México, 1851.
¿ERES FELIZ?
En un álbum
Cuando cruza
por tu mente
Un pensamiento
de amores,
Como cruza
entre las flores,
La blanda
brisa de abril;
Cuando piensas
a tus solas
Allá en tus
horas de calma,
Que hay un ala
para tu alma,
Dime, niña
¿eres feliz?
Y si un
sentimiento oculto
Hace palpitar
tu seno,
Y tu semblante
sereno
Se tiñe en
blando carmín;
Será que a tu
mente viene
Un recuerdo de
ventura
Que amor y
placer te augura
¿Será, di, que
eres feliz?
Cuando amantes,
los poetas
Ante tus
plantas fieles,
Depositan tus
laureles
Que supieron
adquirir;
Cuando trémula,
turbada,
En cambio
dulce sonrisa
Les ofrece
indecisa,
Les ofreces
indecisa,
Niña, dime,
¿eres feliz?
Cuando
amantes, los poetas
Ante tus plantas
fieles,
Depositan los
laureles
Que supieron
adquirir;
Cuando trémula,
turbada,
En cambio
dulce sonrisa
Les ofreces
indecisa,
Niña, dime,
¿eres feliz?
Cuando amantes,
los poetas
Ante tus
plantas fieles,
Depositan los
laureles
Que supieron
adquirir;
Cuando trémula,
turbada,
En cambio
dulce sonrisa
Les ofreces
indecisa,
Niña, dime,
¿eres feliz?
Cuando el amor
revolando
Va con mano
cariñosa
Guirnalda de
mirto y rosa
A tu alba
frente a ceñir;
Y cuando embriagada
aspiras
Los suavísimos
olores
De tu
guirnalda de flores
¿No es verdad
que eres feliz?
Si mil bellas
ilusiones,
Si el amor con
sus encantos,
Si del poeta
los cantos
De ti alejan
el sufrir,
Goza las horas
de calma
De tus años
juveniles;
Como el ave en
los pensiles,
Vive, goza, se
feliz.
Yo no
envidiaré tu suerte,
Porque es
mayor la ventura
De ofrecer a
tu hermosura
Mi pobre
homenaje aquí.
Ni envidia
tendré al poeta
Que alcanza un
claro renombre;
Poner en tu álbum
mi nombre
Basta para ser
feliz.
1853
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