Por José Luis Pérez Flores
El norte de lo que actualmente
conocemos como México, ha destacado desde la época prehispánica por su
diversidad cultural y ambiental; de manera simultánea, la ignorancia e incomprensión
han contribuido al arraigo de prejuicios en su contra. Ha sido conceptualizada
como una zona de desiertos estériles y sus habitantes, caracterizados como
salvajes, en el mejor de los casos como barbaros enemigos de la civilización.
Resulta sumamente injurioso uniformar a los pobladores del vasto norte,
habitado por una pluralidad de pueblos; sin embargo, en la época prehispánica,
colonial e incluso en la actualidad, la diversidad cultural e histórica se
diluye en generalizaciones. A lo largo del tiempo ha sido construida una mirada
despectiva que continuó durante la dominación española y hasta nuestros días.
Algunas de las fuentes escritas mas
importantes para el conocimiento del pasado prehispánico y del siglo XVI
novohispano, como Fray Bernardino de Sahagún, autor de la celebra Historia
general de las cosas de la Nueva España, y Diego Muñoz Camargo, escritor de la
historia de Tlaxcala, subrayan la habilidad de los chichimecas en el uso del
arco y la flecha, su modo de vina nómada, la pobreza de sus vestidos y
posesiones, también los calificaron como barbaros u hombres silvestres. Otros
autores de fines del siglo XVI, como Fernando de Alva Ixtlixochitl, en su libro
Historia de la nación chichimeca, también escribieron sobre ellos. Pero desde
dos puntos de vista opuestos: por una parte se refieren a ellos como valientes
guerreros, poderosos antepasados que fundaron linajes gobernantes a la llegada
de los españoles; por otra aseguraban que fueron un grupo de salvajes. ¿Por qué
este doble discurso, a todas luces contradictorio?
Para responder a esta preguntar, en
primer lugar, necesitamos saber quienes fueron los chichimecas. Recibe este
nombre el conjunto heterogéneo de grupos indígenas que vivieron en el norte de Mesoamérica.
Desde la época prehispánica fue un término peyorativo que usaban los grupos nahuas
de la cuenta de México y alrededores para aludir principalmente a los
habitantes de lo que actualmente son los estados mexicanos de Querétaro, parte
de Hidalgo, Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas, Aguascalientes y Jalisco.
Esta zona suele denominarse como la Chichimecatlalpan, "tierra de los
chichimecas". Las fuentes coloniales y algunos autores contemporáneos
denominan de esta manera a cualquier indígena del norte de México, incluso del
sur de los Estados Unidos.
En el territorio chichimeca, durante
la época prehispánica, no sólo tuvieron asiento sociedades agrícolas con una
sólida organización estatal; por ejemplo, la llamada cultura Chalchihuites, que
construyó los sitios de AltaVista y la Quemada, así como una compleja red de
caminos que los enlazaban con sitios menores. Sin embargo, los asentamientos de
esta cultura estaban rodeados por grupos de nómadas guerreros con los cuales
los miembros de la cultura chalchihuites se interrelacionaron hasta su colapso
hacia el año 900 después de Cristo, época en que iniciaron movimientos
poblacionales que duraron varios siglos y dieron como resultado el auge y caída
de varias culturas mesoamericanas como la Tolteca y las sociedades nahuas de la
Cuenta de México y sus alrededores.
La cultura Chalchihuites tiene más
afinidad con Mesoamérica, por lo que resulta difícil identificar a sus miembros
como chichimecas aunque habitaran el norte. Podemos denominar como
"chichimecas históricos" a los grupos de cazadores recolectores que
poblaron el norte durante varios milenios; así como a los grupos que emigraron
al sur durante varios milenios; y fundaron importantes señoríos como los de Texcoco,
Tlaxcala y Tenochtitlan. Pero al momento de la llegada de los españoles, el
norte continuaba poblado por grupos que imprimían una gran diversidad cultural
a la región, entre ellos destacan los guachichiles, Zacatecos, pamen, cazcanes,
etcétera. A pesar de las informaciones someras, quedaron consignadas algunas de
las costumbres, creencias, conflictos con otros indígenas y con las autoridades
Virreinales de los chichimecas que pelearon la guerra que lleva su nombre
(guerra chichimeca); a estos grupos los llamaremos "chichimecas etnográficos".
Como podrá apreciar el lector, los movimientos poblacionales de sur a norte y
viceversa han sido practicados desde hace varios siglos. Es importante destacar
que hubo procesos de expansión de grupos mesoamericanos a las tierras del
norte, Marie Areti Hers en el articulo "los chichimecas: ¿nómadas o
sedentarios?" considera que las migraciones históricas fueron el retorno
de estos grupos que habían adoptado algunos aspectos culturales de los nómadas,
como el uso del arco y la flecha, la exaltación de la guerra, deidades bélicas,
entre otros. Para Hers no fue la llegada de los nómadas del norte lo que
colapsó a los grupos toltecas, más bien éstos facilitaron el retorno de los
grupos mesoamericanos que habían ocupado parte del norte, y llegaron para
ocupar e vacío de poder existente en ese momento.
LOS CHICHIMECAS Y LA EXPANSIÓN DE
LA NUEVA ESPAÑA
La presencia de los invasores
españoles significó el fin de los grandes señoríos indígenas. La organización
estatal nativa fue destruida, sus prácticas políticas transformadas
profundamente, las religiones ancestrales institucionalizadas fueron
erradicadas; sin embargo, los ejércitos indígenas y parte de su organización
continuaron durante años, incluso estuvieron al servicio de los españoles en
varias empresas militares. Tal fue el caso de los Tlaxcaltecas en la conquista
de Tenochtitlan y en la mayoría de las incursiones al norte y occidente,
El dominio español inicio en el
centro de Mesoamérica, los territorios del norte tuvieron que esperar varias décadas
para su explotación y sometimiento, en parte debido a las condiciones
medioambientales y a la ferocidad de sus habitantes, que en esos momentos en su
matoria eran grupos nómadas. Los españoles en un principio dirigieron sus
acciones guerreras contra las grandes unidades políticas mesoamericanas
(mexicas, purépechas, etcétera), pero el norte captó su atención cuando fueron
descubiertos yacimientos minerales en Zacatecas.
La penetración española por el
occidente y norte desató dos conflictos: primero la Guerra del Mixton, de 1541
a 1550, y luego la Guerra Chichimeca de 1550 a 1590. Pero los españoles no
pelearon solos estos conflictos, contaron con la participación de sus aliados
indígenas, entre los que destacaron los tlaxcaltecas. Con la derrota
chichimeca, la corona impulsó el asentamiento de 400 familias tlaxcaltecas en
San Luis Potosí y abrió al norte de la Nueva España a la colonización de los
españoles y sus aliados indígenas. La resistencia de los nativos norteños
contra la expansión novohispana contravenía los intereses de los españoles y
sus aliados, quienes asumieron una posición contraria a la de los indígenas
septentrionales que defendían sus territorios ancestrales.
Con base en lo anterior, podemos
comprender que los autores indígenas y mestizos cristianos, como Diego Muños
Camargo (mestizo tlaxcalteca identificado con los intereses de Tlaxcala), calificaran
como salvajes a los chichimecas etnográficos (contemporáneos suyos) que
peleaban contra la corona española. Muñoz Camargo también aseguro que el
término chichimeca quiere decir de manera metafórica "hombre
salvaje". El autor referido resaltó las características más notables de
los chichimecas: su forma de vida cazadora y sus habilidades como arqueros;
también dijo que comían carne cruda, succionaban y bebían sangre -afirmaciones
que seguramente utilizó como un medio para resaltar su presunto salvajismo-. El
escritor tlaxcalteca también comparó a los chichimecas guerreros que en ese
momento peleaban en el norte, con los moros. Etimológicamente no hay relación
entre el concepto de "chichimeca" y el de "salvaje"; la asociación
fue un intento de buscar un equivalente cultural desde occidente. Al parecer se
trató de una estrategia para diferenciar entre indios "buenos" e
indios "malos", es decir, civilizados y cristianos bajo la tutela de
la corona y la iglesia frente a los indios malos y salvajes, rebeldes insumisos
que se negaban a aceptar el cristianismo y el sometimiento al rey de España.
Dicha clasificación impuso una mirada despreciativa contra todos los nativos
del norte.
La oposición entre los chichimecas
del norte y los mexicanos puede compararse con la antinomia
salvajismo-civilización. Todas las fuentes que se asocian a los chichimecas con
salvajes fueron escritas -O pintadas, según sea el caso- después de la
dominación española. La identificación del chichimeca como salvaje sólo fue posible
a partir del contacto con los europeos, por que las sociedades mesoamericanas carecían
de esa categoría Roger Bartra ha demostrado en su libro el salvaje en el espejo
que "la cultura europea generó la idea del hombre salvaje mucho antes de
la gran expansión colonial, idea modelada en forma independiente del contacto
con grupos humanos extraños de otros continentes" Siguiendo al mismo
autor, esta noción es europea, por lo tanto, resulta inútil buscar dicha categoría
fuera de la civilización europea occidental. Sin embargo, lo anterior no
descarta que los grupos no europeos tuvieran una noción de la otredad.
En el viejo mundo, los griegos
generaron una visión sobre el territorio habitado y domesticado por la
colectividad asentada en una ciudad en oposición al espacio desordenado e
ignoto en el que habitaban los seres monstruosos de su mitología como los
centauros, sátiros etc. A los grupos humanos de cultura diferente, los griegos los
denominaron bárbaros "hablantes de lenguas no griegas”, quienes eran
considerados superiores a los salvajes, aunque la frontera entre ambos
conceptos no fuera nítida. Para los antiguos griegos las nociones de bárbaro y
salvaje estaban asociadas a prácticas culturales despreciadas por ellos, como
apunta Oscar Muñoz Moran en su artículo "salvajes, bárbaros y brutos. De
la gracia al México contemporáneo".
LOS CHICHIMECAS COMO ANTEPASADOS
GLORIOSOS
Contrario a Muñoz Camargo, Fernando
de Alva Ixtlixochitl dedicó sus esfuerzos a exaltar los linajes que provienen
de los chichimecas históricos, propuso una etimología reivindicatoria y libre
de carga peyorativa:
Y este apellido y nombre de
chichimeca lo tuvieron desde su origen, que es vocablo propio de esta nación,
que quiere decir a las águilas, y no lo que suena en la lengua mexicana, ni la
interpretación bárbara que le quieren dar por las pinturas y caracteres, porque
allí no significa los mamones, sino los hijos de los chichimecas habidos con
las mujeres toltecas...
No es mi interés discutir cuál es
el verdadero significado etimológico del gentilicio chichimeca -si es lo que
hubiera-, el hecho histórico a resaltar es el esfuerzo que hizo Ixtlixochitl
por eliminar la valoración negativa de la palabra "chichimeca". Las
razones que lo llevaron a presentar una defensa de los indios del norte en su
Historia Chichimeca son muy claras: el escritor descendía del linaje de
Nezahualcóyotl y por esta vía también era descendiente de Xólotl, el gran
caudillo chichimeca fundador de un nievo orden social posterior a la caída de
Tula.
Durante las prosperas décadas del
dominio español, para los indígenas la legitimidad de los títulos nobiliarios y
la posesión de tierras dependían de la comprobación del parentesco con los
linajes de Xólotl y Nezahualcóyotl. Por ellos, a Ixtlixochitl le resultaba imprescindible
justificar su papel como noble gracias a la participación del linaje
chichimeca; de esta manera la figura del guerrero indómito que llegó del norte
adquiere relevancia en su discurso político, al mismo tiempo que trata de
suavizar el concepto de salvaje. Xólotl fue representado en el códice homónimo
como el jede de los chichimecas, carentes del todo refinamiento al grado de que
desconocían el uso del fuero, vestían pieles de animales, Vivian en cuevas y se
alimentaban de carne cruda; en contraste con su descendiente Nezahualcóyotl,
gobernante texcocano caracterizado por su sabiduría y refinamiento. Como ha
señalado Carlos Navarrete, la diferencia radical entre la forma de vida
chichimeca y la cultura intelectual texcocana propició que la interpretación
histórica derivara en un modelo evolucionista en que los bárbaros del norte
"evolucionaron" en poco tiempo para convertirse en la Atenas de Mesoamérica.
Modelo evolutivo que, como se ha mostrado, deriva de la oposición salvaje-civilización
originada en el viejo mundo, que impregnó las propias fuentes del siglo XVI y
que también ha sido reproducida en el discurso histórico de los siglos
posteriores hasta llegar a nuestra época.
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