domingo, 20 de julio de 2014

libertad de Luis Cabrera

El presente es un fragmento de un articulo escrito por Luis Cabrera, en el que se analiza la libertad conquistada durante la revolucion y, a su modo de ver en que estaba terminando dicha libertad obtenida en la revolucion mexicana, hemos obtado por poner los gragmentos mas importantes debido a que es un basto escrito, el cual, leido en pantalla resulta bastante cansado para la vista.


La revolución de 1910 era, en el fondo un anhelo y un movimiento libertario.
      Todos los ideales revolucionarios, todas las aspiraciones de los mexicanos, todas sus necesidades, tanto materiales como espirituales y morales podrían resumirse en una sola palabra: libertad.
      Por mas que ahora algunos consideran la libertan como un concepto teórico, pasado de moda, lo cierto es que no hay otro vocablo  para denominar mejor al conjunto de los derechos del hombre.
      Libertad, palabra eterna, de connotación infinita; concepto vago e indefinible que condensa todos los anhelos imprecisos del hombre que siente la necesidad de vivir conforme a su propio criterio y de realizar sus aspiraciones.
      Los romanos, hombres prácticos como jamás los ha habido, reconocían la existencia humana de la libertad y la llamada casa inestimable. (libertas inaestimabilis res est.)
      Contrasta la vaguedad del concepto teórico, sino como necesidad humana palpable, es al mismo tiempo el derecho a comer, el derecho a trabajar, el derecho a gozar de los frutos de nuestro esfuerzo, el derecho a amar, el derecho a formar una familia, el derecho a perpetuarnos en nuestros hijos no solo materialmente, sino también espiritualmente; el derecho a pensar, el derecho a creer; en suma, el derecho a vivir conforme a nuestras aspiraciones.
      Los modernos teorizantes del materialismo histórico, creen haber descubierto un nuevo mundo cuando nos dicen que el individuo no puede tener absoluta libertad, y que sus actos deben estar restringidos por los derechos de la sociedad. Nadie ha negado eso, ni es una novedad descubierta por Marx. Hace mas de dos mil años que los romanos, no solo en teoría, sino en la practica, se gobernaban por ese mismo principio de que la libertad de cada quien estaba restringida por los derechos de los demás, y de que el justo medio consistía en vivir honestamente, no hacer daño a los demás y dar cada quien lo suyo. Solo que ahora en vez de decir “los demás” se ha inventado una especie de fetiche con el nombre de Sociedad (así, con mayúscula), termino todavía mas vago y concepto mas impreciso que el de libertad.
      Para los modernos socialistas, el individuo no existe, la Sociedad es todo. Creen que la sociedad es una entidad independiente, una especie de rival del individuo. Como si pudiera existir el organismo sin las celdillas; como si pudiera haber patria sin mexicanos, como si pudiera haber ejercito sin soldados, o sindicatos sin obreros, o cooperativas sin campesinos.
      La sociedad no es otra cosa que el conjunto de los individuos organizados para poder lograr mejor la felicidad de los hombres de carne y hueso, que comen, que piensan y que viven. Como el sindicato no es más que la forma en que están agrupados los obreros, que son los que trabajan;  como la cooperativa no es mas que el procedimiento para que los campesinos puedan sembrar y cosechar y comer, y vivir de lo que rinda la tierra. Como la patria no es en suma más que el conjunto de los hombres que agrupados a su vez en familias van marchando a través de los siglos y de generación en generación hacia una vida mejor y más humana.
       La sociedad, por si sola no tiene necesidades, ni tiene derechos, ni piensa, ni ama, ni sufre, ni ha menester la libertad.
      Lo que por vía de concisión se llama los derechos de la sociedad, son los derechos de los hombres que la componen, entendidos esos derechos de modo que realmente conduzcan a su mejoramiento, sin que los intereses o las ambiciones de unos cuantos restrinjan o impidan el bienestar de los demás. Siempre se ha entendido así la libertad.
      La libertad ha llegado a ser un concepto impreciso por que resume y condensa no solo el derecho a satisfacer nuestras necesidades materiales, sino principalmente la forma en que cada quien entiende y siente esas necesidades; y además por que abarca no solo los derechos sobre nosotros mismos, sino a través del tiempo sobre nuestra familia y nuestro hijos; y por que incluye, además de nuestras necesidades materiales, todas nuestras aspiraciones y nuestros anhelos morales y espirituales.
      La libertad en el salvaje casi no significa más que el derecho a comer y a vivir. En el hombre civilizado, la libertad “es una cosa inestimable” que abarca desde el derecho a comer, hasta el derecho a creer en Dios.
      Pero los modernos teorizantes del materialismo histórico nos dicen que los pueblos del mundo siempre se han movido exclusivamente por la materialidad de sus necesidades económicas y que, por consiguiente, lo único que se necesita es organizar a los hombres de modo que produzcan lo suficiente para comer, que es la única necesidad común a todos los mortales.
      El individuo, dicen, no deben tener libertad frente a los derechos sociales; el individuo debe ser un esclavo de la sociedad, cuyas necesidades interpreta y representa el estado. Todos deben ser servidores del Estado, esclavos de la tierra, agentes del sindicato, peones de la cooperativa, empleados de un servicio público. El comen o si visten, y si viven y si se reproducen, ha de ser solamente para beneficio de la sociedad.
      Y como el estado es el supremo intérprete de los derechos de la sociedad, todos los hombres deben estar al Servicio del Estado.
      Los que combatimos la tiranía del general Díaz por convencimiento de que no había libertad en el régimen porfirista, no podemos estar conformes con un sistema que es mucho mas tiránico que aquel.
      Los nombres cambian, pero los dictadores subsisten.
      El general Díaz llego a ser el supremo intérprete de la felicidad de la patria conforme a las ideas de los científicos y de los terratenientes. Con que se cambie el nombre y se diga ahora que el Estado es el supremo interprete de los derechos de la sociedad, no hemos adelantado nada. Por que detrás de la palabra Estado, esta la palabra gobierno, y detrás de la palabra gobierno estarán siempre los hombres que quieran arrogarse la facultad de resolver cuales son las necesidades sociales a que ha de estar esclavizado el individuo.
      Los modernos sociólogos nos dicen: el individualismo esta bien muerto; no hay que hacer caso de los derechos individuales, ni tener en cuenta la voluntad del hombre, cuando se persigue el bien de la sociedad. Por lo demás, concluyen, la libertad nunca ha existido, ni menos en México, y por consiguiente no hay necesidad de preocuparse por respetar la libertad.
      Los revolucionarios de Entonces no luchábamos por una libertad teórica o por la mera libertad política. Luchábamos por las libertades concretas cuya ausencia asumía la forma de esclavitudes: el contingente, la cárcel, el destierro, la relegación, el cacique, el capataz, el amo, el patrón, que eran otras tantas instituciones de crueldad contra la libertad humana.

      Los revolucionarios de entonces no podremos prescindir del concepto de libertad. Y seguiremos aspirando a ella, aunque jamás la hayamos tenido. Precisamente porque no la tenemos todavía, y por que nuestra revolución, la de entonces no pudo realizarla.

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