México, en sus primeros tres años de nación
independiente no conto con un himno nacional propio. Hasta el 12 de noviembre de
de 1853, cuando el gobierno de la república, a travez del ministerio de de
fomento, de colonización, comercio he industria convocaron aun concurso que se dividió
en dos.
La
primera parte consto de un certamen literario, en el que debía ser escogido el
himno que representaría a la patria, y en la segunda parte debería de ser
seleccionada la música que acompañaría a la letra de la primera parte del
concurso. Dicha convocatoria contaba con la firma de Miguel Lerdo de Tejada.
Francisco
Gonzales Bocanegra, poeta potosino se entero gracias a sus amigos, quienes
reiteradamente le insistían en que participaran, no obstante Bocanegra se
negaba, no creía contar con las cualidades suficientes para ganar dicho concurso
debido a los numerosos intelectuales que hasta el momento estaban registrados
en el concurso.
Según
se cuenta, ante la constante negativa del joven poeta (para ese entonces tenia
cumplidos treinta años) su novia preparo en una habitación aislada papel, bolígrafos
y lápices, retiro de dicha habitación todo distractor, y en base e engaños
llevo al joven poeta a ese lugar, lo encerró con llave y no le permitió salir
hasta que tuviese escrito el himno, una vez finalizado el trabajo, para vida de
que le dejara salir deslizo el escrito bajo la puerta y la joven novia lo llevo
al concurso.
Poco
después se realizo el concurso para la música, donde gano Jaime Nunó Roca,
español que para entonces era director general de bandas y música del ejército.
La
noche del 15 de septiembre de 1854 junto a los festejos de la conmemoración del
grito de independencia se estreno el actual himno nacional mexicano en el
teatro Santa Anna, lugar donde Bocanegra pronuncio un discurso patriótico.
El himno dice así:
CORO
Mexicanos, al
grito de guerra,
El acero
aprestad y el bridón,
Y retiemble
en sus centros la tierra,
Al sonoro
rugir del cañón.
ESTROFA I
Ciña ¡oh
patria!, tus sienes de oliva,
De la paz el
arcángel divino,
Que en el
cielo tu eterno destino
Por el dedo
de Dios escribió.
Mas si osare
un extraño enemigo
Profanar con
su planta tu suelo,
Piensa ¡oh
Patria querida!, que el cielo
Un soldado en
cada hijo te dio.
ESTROFA II
En sangrientos
combates los viste
Por tu amor
palpitando sus senos,
Arrostrar la
metralla serenos,
Y la muerte o
la gloria buscar.
Si el
recuerdo de antiguas hazañas
De tus hijos
inflama la mente,
Los laureles
del triunfo tu frente
Volverían inmortales
a ornar.
ESTROFA III
Como al golpe
del rayo la encina
Se derrumba
hasta el hondo torrente,
La discordia
vencida, impotente,
A los pies
del arcángel cayó.
Ya no mas de
tus hijos la sangre
Se derrama en
contienda de hermanos;
Solo encuentra
el acero en sus manos
Quien tú
nombre sagrado insulto.
ESTROFA IV
Del guerrero
inmortal de Zempoala
Te defiende
la espada terrible,
Y sostiene su
brazo invencible
Tu sagrado pendón
tricolor.
El será del
feliz mexicano
En la paz y
en la guerra el caudillo,
Por que el
supo sus armas de brillo
Circundar en
los campos de honor.
ESTROFA V
¡guerra a
guerra sin tregua al que intente
De la patria,
manchar los blasones!
¡guerra,
guerra! Los patrios pendones
En las olas
de sangre empapad.
¡guerra,
guerra! En el monte, en el valle,
Los cañones horrísonos
truenen,
Y los ecos
sonoros resuenen
Con las voces
de ¡unión! ¡Libertad!
ESTROFA VI
Antes,
patria, que inermes tus hijos
Bajo el yugo
su cuello dobleguen,
Tus campiñas
con sangre se rieguen,
Sobre sangre
se estampe su pie.
Y sus
templos, palacios y torres
Se derrumben
con horrido estruendo,
Y sus ruinas
existan diciendo:
De mil héroes
la patria aquí fue.
ESTROFA VII
Si a la lid
contra hueste enemiga,
Nos convoca
la tropa guerrera,
De Iturbide
la sacra bandera,
¡Mexicanos!,
valientes seguid.
Y los fieros
bridones les sirvan
Las vencidas
enseñas de alfombra;
Los laureles
del triunfo den sombra
A la frente
del bravo adalid.
ESTROFA VIII
Vuelva altivo
a los patrios hogares
El guerrero a
cantar su victoria,
Ostentando las
palmas de gloria
Que supiera
en la lid conquistar.
Tornaranse
sus lauros sangrientos
En guirnaldas
de mirtos y rosas,
Que el amor
de las hijas y esposas
También sabe
a los bravos premiar
ESTROFA IX
Y el que a
golpe de ardiente metralla
De la patria
en las aras sucumba,
Obtendrá en
recompensa una tumba
Donde brille
de gloria la luz.
Y de iguala
la enseña querida,
A su espada
sangrienta enlazada,
De laurel
inmortal coronada,
Formara de su
fosa la cruz.
ESTROFA X
¡Patria! ¡Patria!
Tus hijos te juran
Exhalar en
tus aras su aliento,
Si el clarín con
su bélico acento
Los convoca a
lidiar con valor.
¡para ti las
guirnaldas de oliva!
¡un recuerdo
para ellos de gloria!
¡un laurel
para ti de victoria!
¡un sepulcro
para ellos de honor!