La
navidad, fiesta de las más viejas del mundo cristiano y que cada vez va tomando
más arraigo en los hogares y mayor auge y esplendor en todos los países, al
grado de que casi es una fiesta universal, aun en los pueblos no cristianos,
debe a México más de un motivo de regocijo, más de un motivo de lucimiento,
universalmente aceptados dondequiera que se celebra el advenimiento de Cristo a
este mundo.
¿Se puede
concebir la celebración de Nochebuena sin el tradicional pavo? Las hogareñas
fiestas que empiezan en Navidad siguen hasta el año nuevo, y el pavo sigue
figurando también lo mismo en las comidas del hogar, que en las que ofrecen los
restaurantes en todos esos días, el pavo de rigor, y después todo lo demás. Lo
mismo en Berlín que en París; en Londres que en Moscú, en Washington o en
Madrid y hasta en Tokio y Pekín, que han comenzado a introducir pavo trufado,
el pavo al pastor, es obligatorio en la cena de la última semana del año
cristiano.
El pavo,
cócono, guajolote o “meleagris mexicano”, como se llama científicamente, se
debe a México; antes de Cortés, el mundo ignoraba la existencia de ese bípedo
cuya carne proporciona un exquisito manjar; los vasallos de Moctezuma lo
descubrieron un día, en estado salvaje, en las selvas vírgenes de Anáhuac y
ofrendaron el descubrimiento al monarca, como cosa digna de dioses, y, de las
tierras de Moctezuma el Magnífico, se propagó a todo el orbe la exquisita
vianda como única digna de celebrar la fiesta de Dios. Sin el “hueyxólotl” de los
aztecas, la Navidad cristiana parecería a muchos desabrida, insípida. El día de
gracias, fiesta religiosa de los yanquis se celebra exclusivamente con el
imprescindible pavo. ¡Qué lejos están los magnates, los millonarios, los
potentados, de Estados Unidos y de Europa, de imaginarse que la vianda en torno
de la cual gira la celebración de Navidad, se debe a los aztecas!
La flor
de navidad. Más no solamente el pavo se debe a México, también la flor de
Nochebuena, esa flor que se ha extendido por todo el mundo como símbolo de
Navidad, figurando en todas las alegorías, en todos los adornos, en todos los
obsequios, en todas las tarjetas. ¿Se imagina alguien una cena de Nochebuena
sin que la mesa esté adornada con la simbólica y extraña flor?
Poco
después, ya en la época independiente, vino a México Mr. Joel Poinsset en
calidad de plenipotenciario norteamericano. Era un hombre observador y
aficionado a la botánica y fue él quien clasificó la flor, la trasplantó a
Estados Unidos y la dio a conocer en el mundo entero como la flor de navidad
por producirse en diciembre, y en los textos de botánica de las escuelas
norteamericanas, la indígena flor de Nochebuena, se conoce con el nombre de
“poinsseta”, en honor al yanqui que la clasificara.
De todas
maneras, la flor de navidad de debe a México.
Los chocolates.
Casi tan indispensable como el pavo, son los bombones, turrones, confites,
pasteles, postres, budines, etc.; en qué entrada como principal elemento el
chocolate. Las famosas cestas de Nochebuena no salen de ningún almacén, de
ninguna casa de comercio o particular, sin los imprescindibles bombones entre
los cuales la mayor parte son de chocolate dulce, amargo, con leche o sin ella,
con pasas, con almendras, etc. ¿y donde se invento el chocolate si no en México?
¿Y donde lo llevaron los españoles a Europa sino de Anáhuac?
Los cacahuates.
Puede haber noches de navidad, la de los pobres, sin pavo, sin flor de Nochebuena,
sin bombones de chocolate, sin turrones ni pasteles, ¿pero sin cacahuates? ¡Imposible!
Sabroso y nutritivo fruto que se ha adueñado de todo el globo terrestre, los
cultivan y los comen los blancos, los morenos, los amarillos, los negros, los aristócratas
y los plebeyos; los soberanos y los esclavos: y en navidad anda en las manos y
en la boca de todos ¡y esto también se debe a México!
En estados
unidos, en Cuba, en Centroamérica, en Europa, hay estas canciones compuestas en
honor al maní, cacahuate, indicio de la gran popularidad del que goza tan
apetitosa golosina; se venden crudos, tostados, quemados; en confetis, en turrón,
en cajeta, con cascara o sin cascara, con sal, con chile, con miel, en bolsas,
en la mano y constituyen uno de los principales negocios en navidad. Por las
vitaminas y calorías que contienen son el alimento ideal para el inverno.
Y si del
aspecto universal que ofrece la predilección de que goza el cacahuate en navidad,
pasamos al punto de vista económico, aquí si podemos decir que una navidad sin
cacahuates no podría ser navidad sencillamente. ¿Cómo salir del compromiso de
las “posadas”? ¿Con que llenar las piñatas? ¿Cómo condimentar la ensalada de noche
buena? ¿Cómo concurrir a la misa del gallo sin los bolsillos repletos de
cacahuates?
La parafina, no tan popular como los cacahuates, aunque si más necesaria
para las fiestas de navidad, es la parafina. En torno a las estampas, exornando
las tarjetas de navidad y las alegorías alusivas, aparecen casi siempre flores
de Nochebuena alternadas con velas de parafina. Estas velas simbolicas de la Nochebuena,
fueron entiempo antiguos de estearina, principio graso que se extraía especialmente
de las ballenas. La estearina por esta razón era caray solo la usaban los ricos
para sus banquetes nocturnos. Daba luz blanca de escaso humo y de olor menos
mareante que la cera. Era un lujo de ricos. Por mucho tiempo las rituales
velitas de nuestras posadas fueron de cebo; la estearina ni siquiera se conocía
por el pueblo, pues hasta el nombre parecía exótico y decía ¿estearina?; y lo
mismo que ocurría en México a de haber sucedido en los demás países. Pero brotaron
los pozos de petróleo figurando a México entre los países petroleros del mundo;
se pensó que a pesar de su negrura el chapopote tenia parafina y ahora
cualquier proletario puede darse el lujo por unos cuantos centavos de iluminar
su mesa con velas de parafina tan blancas, tan decentes como las de estearina,
y gracias a la parafina extraída del petróleo mexicano, podemos realizar en México
nuestras posadas con un centenar de velitas que dan alegría y color a la fiesta
familias, así también, así pues las simbólicas velas de navidad, cuando menos
su popularización, se debe en buena parte a México.Francisco Ibarra de Anda